BAJO LAS ALAS DEL SUEÑO

Exposición colectiva inaugurada en la Casa del Joven Creador de
Manzanillo, el sábado, 09/02/2013, a las 9:00 p.m.

Artistas participantes:

Abel Fonseca Boza,
Yanis Barbier Rodríguez,
Abdel Milanés Pérez,
José E. Santana Garcés,
Jorge P. Martín Ochoa,
Frank Remón Aguilar.

Bajo las alas del sueño
(Palabras al catálogo de Carlos Escala Fernández)


Desde la más remota infancia de la humanidad los hombres hemos centrado
la vida, la existencia, en el poderoso ámbito de los sueños. O partimos
en una búsqueda obcecada por alcanzarlos, o los dejamos pasar como la
brisa o el agua de aquel río heraclitano, y así se hace y rehace la
historia. Es solo una cuestión de actitud, reza una canción. ¿Pero,
acaso hay quién no se sienta desvelado alguna vez por estos? ¿Cuánto de
ellos se encuentra en el ajetreo diario, en la materialización galopante
de un entorno que ya rara vez se digna a conceder proyectos?

Quizás Descartes, luego de huir del Bosco y Arcimboldo, habría
encontrado la respuesta alumbradora a su disquisición sobre la vigilia y
el sueño en las telas de Miró, Dalí o Magritte; si no en Courbet, la
frontera pictórica entre Balzac y Víctor Hugo; en el paraíso tahitiano
de Gauguin o en el universo abandonado de Utrillo. Mirándolo bien,
cualquiera de los expositores pudo encarnar, en un cinematográfico giro
narrativo, al intelectual de Pogolotti que intenta desesperadamente
descubrir a Peter Weir dirigiendo el show de Truman. Sin embargo, hay
aquí un fragmento tempestuoso de Giorgone, como pixel que se integra en
la confrontación nubosa de la que emergen las flores y el cielo, y las
diminutas alas del colibrí transportan lo que, según Piñera, estaba ya
empaquetado y almacenado en el desván de los sueños diurnos, listo para
mezclarse con los sueños nocturnos, de donde parecen asomar figuras con
aire medievalista, un probable Gato de Cheshire y unos niños que nunca
oyeron hablar de Alicia en el país de las maravillas.

Mas esta vez no hay fusiles, ni Gala, ni vuelo de una abeja alrededor de
una granada. En esta ocasión un aguacate es materia de alquimia y los
instintos, la soledad, la frustración de beduino cosmopolita que no
acaba de encontrar su oasis en la jungla de asfalto o entre los
remanentes del pasado arquitectónico del golfo, se deconstruye por capas
en la materialidad de la forma tridimensional. En suma, el denominador
común está en el espacio onírico donde autor y público se reconocen
precisamente por el otro, en algún caso con una premonición trágica.
Fabulemos con ellos, de la mano de Gibrán.

Comentarios