III. ¿El imperio de los constructores? (1907-1930) [quinta parte]

Glorieta de Manzanillo.
Apenas tres meses después, en las páginas del Timoteo, se hizo pública la estancia en la ciudad del pintor catalán Manuel Grau Mas, hospedado en el hotel Casablanca, donde aceptaba encargos de "paisajes, decoraciones, copias de fotografías o  acuarelas" mientras durara su visita.(47) Este ibérico llegó a ser miembro de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge.(48) El 1924, es también recordado por la inauguración de una obra icónica de la cultura manzanillera: la Glorieta. Su ecléctica elegancia, con evidentes señales del arte nazarí y del código temprano de la arquitectura colonial cubana, así como la autoría e inspiración del proyecto del arquitecto Carlos Segrera Fernández y su ayudante José Martín del Castillo suscitaron ciertas polémicas entre los investigadores que la han estudiado.

No obstante, es indubitable que esta obra, ejecutada por un equipo de obreros en el que figuraron Joaquín Navarro Bella como pintor y en los trabajos de escultura decorativa Raimundo Roca -autor, tiempo después, de un medallón en relieve del Apóstol, hecho en su taller de la calle Masó, al frente de la Sociedad Maceo-, bajo la guía del prolífico maestro de origen filipino Rafael Orchells Ruiz y con la supervisión de Augusto Reig Valerino, sintetiza en su conjunto no solo el espíritu arquitectónico de una época, sino un reflejo del complejo mosaico de la sociedad del Guacanayabo, en el que se insertó de manera indeleble. Los artistas del lente la captaron en las panorámicas hechas con cámaras giratorias, de las que se conservan algunas.
Edificio Muñiz (1907).

A pesar de las diferencias notables, su figura pareció repetirse en el imaginario de la arquitectura citadina a través del mirador del edificio Fernández, construido por Orchells, que contaba además con los antecedentes de estructuras con fines semejantes en los palacios Bori y Mallafré. Por el contrario, el inmueble conocido por el nombre del comerciante Salvador Sadurní Miret, levantado por Mariano Mir, pareció acercarse más a los minaretes del oriente musulmán, tal vez como en el edificio Quirch se imitaron los arcos de herradura de Al-Andaluz, aunque este acogió a los integrantes del Centro Gallego de la ciudad.

La expansión de los cánones eclécticos que había sucedido a la construcción del edificio Muñiz en 1907, fue consecuencia directa de la consolidación de los capitales más importantes de la ciudad, la región y, sobre todo, los intereses foráneos activos aquí. The Nacional City Bank of New York, al igual que en las demás urbes de importancia en el país, recreó luego la clásica solidez, magnificencia y poderío de la cultura grecolatina en la sucursal edificada justo frente al inmueble destinado a la Compañía Cubana de Electricidad. Ni frontón ni metopas necesitaban reproducir una "mitología de la nacionalidad", de los dioses helénicos o de las virtudes republicanas. La estructura en sí, que todavía descansa sobre imponentes columnas corintias, ostentaba la fortaleza de un nuevo orden: el de los trusts.

The National City Bank of New York(sucursal).
The Royal Bank of Canada hizo lo propio, si bien la sede de su sucursal -emplazada justo al fondo de la institución antes mencionada-, resultó más modesta que su vecina, con una portada de medio punto flanqueado por columnas de gran jerarquía pero menos pretenciosa. La infraestructura hotelera aprovechó ampliamente el boom constructivo, así como lo hizo la Junta de Patronos del Hospital Caymari al levantar el elegante inmueble ubicado en la esquina de Merchán y Narciso López. Sin embargo, el manejo inadecuado del patrimonio construido ha traído, como fatal consecuencia, la pérdida de este edificio y de varios hoteles como el Plaza, Casablanca, Armo, Boston e Inglaterra, a pesar de las múltiples voces y proyectos en su defensa, con el consabido deterioro de la imagen citadina y el daño económico y psicosocial que supone.

Al margen de los miradores, el movimiento no fue homogéneo, salvo en la repetición de elementos decorativos exteriores en la arquitectura doméstica, como conchas, molduras, mascarones y diseños de pretiles. En el complejo marco de relaciones económicas, sociales y políticas de la etapa, se observaban círculos y jerarquías entrelazadas en distintos grados y esferas, involucrados en pugnas subterráneas o abiertamente públicas. La frustración del proyecto de erigir una glorieta diseñada por Manuel Aparicio Suárez -que formaba sociedad con el dibujante Meneses-, como parte del plan modernizador del concejal y alcalde interino Rafael Verdecia, es un  retrato de aquellas "competencias". La arquitectura, una vez más, vendría a ser expresión de la riqueza y poder de los clientes.


Alberto J. Ramírez León: Proyecto de Mercado.
El mayor y más bello empeño de la época quedó sepultado, tal vez por situación idéntica a la supradicha. Téngase en cuenta que se presentó mientras gobernaba el conservador Manuel Ramírez León, hermano del arquitecto, pero sobrevino el ascenso liberal y el machadato. Calificado por su promotor, el coronel del Ejército Libertador Juan Mendieta Leyva, como una obra maestra, el plano del nuevo Mercado municipal, de dos plantas, proyectado por Alberto J. Ramírez León, además de beneficioso para el Ayuntamiento, era la construcción de mayor escala y hermosas proporciones concebida para esta ciudad, con pórticos de acceso en sus cuatro fachadas, arquería adovelada y sobria ornamentación basada en el juego de líneas y volúmenes que equilibraban visualmente sus dimensiones.

Notas
(47) Timoteo, Año II, Nº 67, Domingo, 26/06/1923, p. 1.
(48) Biblioteca del Museo Nacional del Prado: Discursos leídos en la solemne recepción pública de D. Manuel Grau Mas el dia 17 de mayo de 1952: [breves conceptos y meditaciones referentes a la restauración de pinturas], Real Academia de Bellas Artes de San Jorge, Barcelona, 1952.

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