III. ¿El imperio de los constructores? (1907-1930) [séptima parte]

En el semestre en que se ejecutaban las obras del coliseo principal de la Perla del Guacanayabo, vio la luz Frank Carlos Reyes Araújo, escultor, pintor y grabador, cuya labor pedagógica, sobre todo, transcurrió en La Habana luego de sus estudios en San Alejandro.(55) Ya en 1927 el talento de Julito Girona se vislumbraba naciente en la exposición decaricaturas realizada mientras Conrado Massaguer visitaba la ciudad. El Grupo Literario, del que formaba parte su padre, lo estimuló y homenajeó en distintas oportunidades. Otro "pintor", sin más referencia, ganaba el pan en un taller llamado "El Arte": Francisco Martínez.(56) El alumbramiento de Joaquín Ferrer Marquínez, manzanillero que ha prestigiado el arte cubano en países como Colombia, México, Brasil, EE.UU., Bélgica, Italia, España y Francia, tuvo lugar el 4 de julio de 1929.

La fortaleza del culto masónico en el Guacanayabo desde el siglo XIX debe tenerse en cuenta en indagaciones como esta. El origen y desarrollo de la francmasonería descansa sobre la figura del "Gran Arquitecto del Universo". Sus símbolos y ritos y su masa social, están indeleblemente ligados a las artes de la construcción, su papel en la propagación de las ideas liberales e independentistas que encausaron el movimiento revolucionario desde la fundación de la Logia Buena Fe, es nodal para comprender la historia regional. No obstante, los acercamientos investigativos han centrado los análisis en ese aspecto sin atender casi a la naturaleza misma de su praxis, la que, sin dudas, merece un estudio exhaustivo.

Tal problema oscurece cualquier interpretación del devenir de la sociedad manzanillera desde el momento constitutivo de aquella primera organización fraternal. Sin entrar en detalles que desborden los objetivos y alcance del estudio que ocupa estas líneas, se hace, cuando menos, revelador el hecho de la filiación de hombres como Jesús Figueredo Piña, Federico Roca Baglin y sus hijos Federico y Raimundo Roca, Joaquín Ormachea, Octavio Campos, Pedro Rebozo Alfaro, Joaquín Navarro, Tomás Cardero Licea y Orchels, miembros de la Logia Manzanillo en 1914.

Pero a estos deben sumarse en aquella época el constructor Francisco Menéndez González, Jesús Tornés Seris, contratista de obras y el agrimensor Faustino Soto Figueredo, otros albañiles, carpinteros y ebanistas, amén de abogados, médicos, farmacéuticos, comerciantes, industriales, maestros y empleados de variados sectores, no pocos integrantes de distintas administraciones del Ayuntamiento de la ciudad. Las características de este tipo de instituciones pudieron ser elementos propicios al sostenimiento de un equilibrio precario entre las facciones políticas, étnicas y de clase en que se dividía el entorno social manzanillero. Entre su membresía es de resaltar los casos de Julio Girona Pachecho, Gregorio Vázquez y Ángel Artime, cuyos hijos son protagonistas de esta historia.

Notas
(55) Veigas Zamora: Ibíd., p. 372.
(56) En Martí # 70 (Ver Directorio de Cuba, p. 1624).

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