Chariots of fire

…la fábrica de espejos del discurso y el
castillo de fuego del poema
enlazan sus raíces en su pecho…
Octavio Paz(Mutra)

A lo largo de la historia el fuego ha ardido en el alma, la
imaginación y en las propias manos de los seres humanos, asociado, de
manera paradójica, a la vida misma y a su poder devastador. Tanto en
sus sentidos práctico y místico, su papel transformador subyuga a la
artista. Su terrible belleza seduce a la cámara que intuye el comienzo
del abrazo macabro de las llamas y su danza espectacular en una añeja
estructura, casi entrañable, casi familiar. El lente busca en diversos
planos, ángulos y altura la lengua perfecta, pero esta, indomable, se
resiste.

En una suerte de antítesis visual, la muestra fluye de la luz a la
oscuridad por el camino del fuego –las tres fuerzas de la naturaleza
para el hindú–, al "nacer" con los fulgores del incendio en la noche y
culminar en los restos calcinados, sin vida, en la mañana. Pero los
objetos ya no son los mismos, han sufrido una metamorfosis que altera
el paisaje en sus colores, formas, texturas. ¿Se han purificado en el
crisol del azar por los viejos pecados de sus dueños o representan una
metáfora del ciclo de la vida? Al espectador corresponde decidir si
contempla una ordalía brutal o la pasión del que busca la fuente del
universo.

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