Lira y pigmentos

…la pintura es poesía silenciosa,
la poesía es pintura que habla…
Simónides de Ceos

Así como el bardo es capaz de inspirarse en el lienzo, la imagen, el
volumen de la piedra, puede un artista contagiarse de febriles
ensoñaciones para plasmar en pinceladas suaves o terribles, en
marmóreas y broncíneas superficies, papeles o lentes, su lectura
propia de los versos tejidos bajo el influjo del numen poético. En las
paredes dialogan entre versos y piezas los rituales de lo cotidiano y
las prácticas culturales que han signado el devenir de la urbe.

La arquitectura citadina y el mar, esas obsesiones que devoran a todos
y que se ofrecen como expresión metafórica de la vida y la muerte, de
la historia culminada y por hacer, desde icónicas y añejas estructuras
a olas encrespadas contra las rocas o la quietud de la extinción
funcional, o la figura del pez; las huellas abstractas de la
subjetividad del artista en que se reconocen conflictos, frustraciones
y sueños del ser común. "Los gritos del alma". Según la prefería
Gustave Flaubert en sus cartas de La pasión por el arte, todo cabe en
una poesía "tranquila y brutal como la naturaleza".

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