Contrario al adagio popular "año nuevo, vida nueva", se presenta el
2019 en la Galería "Carlos Enríquez" con una exposición retrospectiva.
Se trata de una suerte de espiral que lleva a entendidos y neófitos a
través de un largo camino de tiempo fragmentado y casi
cinematográfico, al compás de retrocesos y retornos. El criterio
unificador no es rígido en modo alguno, sino completamente flexible.
Por un lado recoge obras representativas o ilustrativas del lenguaje
de varios creadores, por otro se adentra en momentos de transición y
en aristas poco exploradas de aquellos universos estéticos que han
marcado el panorama de las artes plásticas en la ciudad por más de una
década. Si bien se extrañan algunos de los más conspicuos actores del
medio en el período, se produce una interesante mixtura generacional
que deviene caleidoscopio de motivaciones, referencias e imágenes. De
tal variedad resulta un extraño equilibrio desde lo formal a lo
discursivo, en este suelo tan dado a los extremos.
Aunque las propuestas quedan constreñidas en casi aplastante mayoría
al género pictórico, la obra gráfica y mordaz de Avelino García, las
tallas voluptuosas de José A. Vidal y la sutil poesía del trabajo de
Wilfredo Milanés, intentan funcionar como contrapeso. La apariencia de
lo abstracto es desbordada por la búsqueda trascendental e inmanente
de Yunior Toledano, las voces introspectivas de Abel Fonseca y
Katerine de la Paz, la investigación sociológica de Yunier Tamayo, la
turbulenta y enigmática atmósfera de Pedro G. Guerra, el ritmo fabril
de Ramón Cisnero, en cuyo lienzo se adivina la formación del escultor.
En cambio, Frank Remón y Alexander Hernández abordan el paisaje desde
visiones figurativas opuestas, de un realismo aséptico una y
expresionista y libérrima la otra, vinculada por el motivo marinero a
la cultura local que en la obra de Horacio Téllez se traduce en música
de órgano. Jesús Diéguez se distancia a través de la fábula de las
inconexas ensoñaciones surrealistas de Rubén Beltrán, Abdel Milanés y
Yansel Ramírez. Incluso el retrato aparece en clave contemporánea de
la mano de Alexis Rondón y la figura del Guerrillero Heroico. En suma,
una muestra plural de altos contrastes que se adentra en parajes
diversos de la naturaleza, la vida, el individuo y la sociedad.
2019 en la Galería "Carlos Enríquez" con una exposición retrospectiva.
Se trata de una suerte de espiral que lleva a entendidos y neófitos a
través de un largo camino de tiempo fragmentado y casi
cinematográfico, al compás de retrocesos y retornos. El criterio
unificador no es rígido en modo alguno, sino completamente flexible.
Por un lado recoge obras representativas o ilustrativas del lenguaje
de varios creadores, por otro se adentra en momentos de transición y
en aristas poco exploradas de aquellos universos estéticos que han
marcado el panorama de las artes plásticas en la ciudad por más de una
década. Si bien se extrañan algunos de los más conspicuos actores del
medio en el período, se produce una interesante mixtura generacional
que deviene caleidoscopio de motivaciones, referencias e imágenes. De
tal variedad resulta un extraño equilibrio desde lo formal a lo
discursivo, en este suelo tan dado a los extremos.
Aunque las propuestas quedan constreñidas en casi aplastante mayoría
al género pictórico, la obra gráfica y mordaz de Avelino García, las
tallas voluptuosas de José A. Vidal y la sutil poesía del trabajo de
Wilfredo Milanés, intentan funcionar como contrapeso. La apariencia de
lo abstracto es desbordada por la búsqueda trascendental e inmanente
de Yunior Toledano, las voces introspectivas de Abel Fonseca y
Katerine de la Paz, la investigación sociológica de Yunier Tamayo, la
turbulenta y enigmática atmósfera de Pedro G. Guerra, el ritmo fabril
de Ramón Cisnero, en cuyo lienzo se adivina la formación del escultor.
En cambio, Frank Remón y Alexander Hernández abordan el paisaje desde
visiones figurativas opuestas, de un realismo aséptico una y
expresionista y libérrima la otra, vinculada por el motivo marinero a
la cultura local que en la obra de Horacio Téllez se traduce en música
de órgano. Jesús Diéguez se distancia a través de la fábula de las
inconexas ensoñaciones surrealistas de Rubén Beltrán, Abdel Milanés y
Yansel Ramírez. Incluso el retrato aparece en clave contemporánea de
la mano de Alexis Rondón y la figura del Guerrillero Heroico. En suma,
una muestra plural de altos contrastes que se adentra en parajes
diversos de la naturaleza, la vida, el individuo y la sociedad.
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