¿UN IDIOMA DE TANTOS? (II)

Charla con Yeremy Guerra Reyes

AS: Este cúmulo de experiencias ha ocurrido en un tiempo concreto.
Entonces, ¿cómo crees que afecta la dimensión tiempo a tu obra, tanto
en lo estético, como en lo simbólico y lo metodológico? ¿Cuál crees
que es la fuente causal de esa percepción y uso de tal dimensión?

Y: El tiempo me interesa como longitud de utilidad. Es la dimensión
perenne, la prórroga para la virtud. Es la constante universal, lo que
atraviesa la materia. Es aquello que nos permite establecer relación
de aspectos, de apariencia. Una imagen cargada de Tiempo es
connotación; materia prima idónea para la creación visual. En
principio era intimidante imagen, luego presencia anónima, y hoy es
reducto de la experiencia existencial ya sea un baño en la playa,
degustar una taza de café al despertar, disfrutar de la música que nos
emociona y hasta apreciar con ojos ajenos el producto de la obra
propia, etc.

AS: En tu tránsito al paisaje, la figura humana desaparece de la
composición, mientras que aquel se torna el objeto de la obra en sí
mismo en unos momentos y en otras ocasiones un objeto domina
particularmente la escena. ¿A qué se debe la elección? ¿Tiene esto
relación con el sentido lúdico yacente en las recientes piezas
objetuales? ¿O busca más bien una entronización metafórica del objeto
o el paisaje según sea el caso, una especie de apoteosis iconográfica?

Y: El paisaje es una consecuencia directa de esa monogamia pictórica
que comienza desde el 2008 en mi obrar. Los intereses por el medio
fueron un atolladero del cual no pude escapar puesto que me interesa
el histrionismo del material en armonía con la Representación gráfica.
En esta cuerda lo anecdótico pasa a un segundo plano en cuanto a
intenciones plásticas.

El paisaje en sí posee la narrativa y las distintas posibilidades
representativas para maniobrar en el territorio de las superficies,
texturas, planos, ilusiones gráficas en general que conforman un
cuadro.

Relativo a la metodología de selección y composición de las imágenes
del género, hay una mirada ajena a la común percepción del paisaje
entendido desde su tradición más aglutinada. Me interesa la apariencia
que toma por consecuencia la relación hombre-naturaleza. Los paisajes
que documento en fotografía para posterior pintura son territorios
mentales en acuerdo con patrones físicos. Esta noción encarna
armónicamente en géneros y medios tales como: Naturaleza Muerta
(bodegón), instalación, arte objeto, escultura al aire libre,
escenografía, etc.; en todo aquello que suponga construcción en el
espacio, sea bidimensional o tridimensional.

Ahí aterriza el mismo principio metodológico en el que habitan lo
personal y lo impersonal, el azar y lo racional,
figuración-abstracción… Percibimos nuestra existencia como constante
transición, procesos de asunto y distracción que configuran nuestra
visión del mundo y esto tiene eco en lo estético por consecuencia.

AS: Entonces, ¿recurrir a Manzanillo, a los paisajes que encuentras y
luego compones, encuadras, es una búsqueda consciente de las raíces,
una necesidad de refugio, un deseo de transformar esa realidad, que ya
no es la que tú viviste antes de alejarte de tu casa tras nuevos
horizontes?

Y: Manzanillo configura ese paisaje inconsciente, encarna por su
topografía lo urbano, lo costero, lo rural, y estos tres aspectos lo
dotan de escenografías disímiles, así como visiones culturales
particulares en tan minúscula geografía. Sé que estas son
preocupaciones de índole estética, por lo que es prudente aclarar que
Manzanillo llega a mi obrar como conclusión estético-visual. Luego
comienza a ser un significante, dado un vínculo afectivo ineludible
con la región, más la carga social y personal de historia que pesa en
cada imagen o territorio para transferencia al cuadro.

#yeremyguerra #pintura #painting #artecubanocontemporáneo
#contemporarycubanart #aguasaladamanzanillo

Comentarios